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Templo de Hécate

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Hécate: De Monstruo a Protectora de la Humanidad. Jorge Velasco Gonzalvo

Cuando nos acercamos al estudio de esta diosa nos damos cuenta de que es muy compleja (mucho más de lo que creemos), y que incluso para la historiografía se plantea un debate de si hay o no varias diosas con un origen diferente. ¿Por qué  sucede esto? Porque la figura de Hécate en el periodo helenístico nada tiene que ver con la Hécate de la Teogonía de Hesíodo. Parecen incluso una antítesis, justo como menciona Mario Agudo Villanueva, de la Universidad Complutense de Madrid en su artículo “Hécate: Entre la vida y la muerte, hacia una lectura global de la evolución de sus atributos”.

La Diosa sufre una progresiva metamorfosis convirtiéndose en un ser infernal, telúrico, que infunde terror. Cualquiera que estudie esta diosa en profundidad puede darse cuenta de la continua confrontación entre luz y oscuridad, vida y muerte, asistencia y castigo. Siempre parece estar moviéndose entre los “opuestos”, incluso hay momentos donde parece que comienza a sintetizarse con Diosas como Ártemis, Selene, Luna, Perséfone, Hermes o Deméter. Por otra parte, si nos fijamos en la figura de la diosa en el periodo bajo imperial en provincias orientales, surge la recuperación de una antigua faceta de la diosa que había quedado eclipsada por su monstruosidad y tenebrismo. Incluso llega a tener un papel bastante importante en los misterios venidos de oriente como en los de Isis, Mitra etc.

Hécate desde un primer momento aparece como una Diosa que tiene poder sobre los tres grandes reinos, el celeste, el terrestre y el inframundo. Ahora bien, esta característica no debe de extrañarnos porque es muy común en los cultos mesopotámico. Como Juan Antonio Belmonte comenta, existen numerosas tríadas en la antigüedad basadas en cielo-tierra-mar,  cielo-sol-luna o sol-luna-venus. Este carácter es una de las claves que vinculan a Hécate con el mundo más allá de Grecia, situando su origen en Asia Menor. Aunque cómo veremos, hay muchas más pruebas que nos hacen pensar que su origen no es griego.

Desde su aparición en Hesíodo hasta el siglo III y IV d.C, la Diosa sufre una progresiva evolución, convirtiendose en una figura muy pero que muy compleja, generando veradaderos quebraderos de cabeza a los investigadores que tratan de seguir su rastro, averiguar su origen y sobre todo entender y ser capaz de encontrar las claves y los momentos en los que esos cambios y transformaciones se dieron. La diosa progresivamente se hace más oscura, más obstusa, más infernal, incluso más “dual” y arbitraria. Se comenta continuamente que colma a sus devotos de grandes bendiciones y tesoros de la misma manera que los quita. Domina la vida y la muerte con al misma facilidad y más vale tenerla como alidada que cómo enemiga. Hécate termina configurándose como una diosa de la que mas vale cuidarse, tener contenta o alejarse. El miedo y el tenebrismo que se construye en torno a su figura parece tener un respiro con los Oráculos Caledos, pero no durará demasiado, porque los famosos Papiros Griegos Mágicos (s. III y IV) vuelven a retomar con fuerza la figura de la diosa como señora de las sombras, de la magia, de la muerte y del inframundo. Incluso analizando la literatura alto imperial vemos como la figura de Hécate cala de una forma rotunda en la sociedad romana, y que incluso los propios romanos tienen esa visión temerosa hacia la diosa, convirtiéndola en patrona de las strigae.

Diodoro de Sículo llega a mencionar que la propia diosa mató a su padre con con el arte de los venenos y las pócimas y que su carácter era volátil y cruel “saeteando a los hombres” “dando y quitando la vida”.

¿Artemis-Hécate?

Han sido muchos los estudiosos que han visto desde un primer momento una vinculación directa entre Hécate y Artemisa. Una de las grandes defensoras de esta teoría como diosa doble (no triple) es Marija Gimbutas, que afirma que  Hécate nace en Asia Menor como Potnia Theron donde se produjo una fusión con Ártemis, dando lugar a una divinidad dual. De hecho la relación entre Hécate y Artemisa y Hécate y Diana va a perdurar a lo largo de los siglos, siendo una cuestión que trataremos más adelante.

Origen y triplicidad.

¿Fue siempre Hécate una diosa triple? No. Al menos eso nos hace pensar Pausanias. En sus Epipirgida por los Atenienses menciona que Aclamenes fue el primero en representar a la diosa de forma triple, de hecho se comenta que la figura de la diosa fue instalada al lado del templo de la Victoria Áptera en la misma Acrópolis. Hasta entonces, aunque solo sea un testimonio, se puede entrever que al menos no era común representar a la diosa de forma triple. Esto a su vez tiene muchísima relación con su origen, pues su triplicidad y su origen están íntimamente relacionados.

Marija Gimbutas afirma que la diosa procede de Asia Menor y que es resultado de una fusión con Ártemis, dando lugar a una diosa dual.

Mazón parte de la idea de que la diosa tiene un origen micénico con características de Ptonia Theron, algo que también comparte con Marija Gimbutas.

Theodor Kraus de nuevo sitúa el origen de la diosa en Asia Menor, pero va más allá y afirma que Hécate es el equivalente femenino de Apolo (de nuevo vemos cómo se vuelve a relacionar su figura con la de Ártemis, como lo hacía Marija Gimbutas) y que además, es posible que la diosa tuviese un hermano “Hékato” que estaba asociado al sol, y que fue absorvido por Apolo. De esta manera, Hécate estaba vinculada con la luna, la muerte, las puertas y los espacios liminales, mientras que su hermano, está vinculado al sol. Y es esta diosa la que Hesíodo conocería según Kraus.

Philippson siguiendo los estudios de Kraus parte de la idea de la diosa como señora del camino y de la muerte, donde se produce una fusión con Enodia y Ferea, incluso se hace eco de la tradición y la cosmología tesalia donde se dice que Hécate estaba unida en matrimonio con Posidón. Sea como fuere, una de las teorías sobre el origen de la triplicidad de la diosa viene de Philippson, ya que afirma que esta triplicidad le viende dado por la fusión con: Bendis (diosa de la caza), Enodia (Que también compartía atribuciones con Ártemis, Selene y Perséfone) y Ferea (donde las fuenes mencionan que cabalgaba portando una corona de mirto y una antorcha9. Afirma Philippson que esta es la imagen que Pausanias describía, sin extremidades monstruosas o zoomorfas  como las mencionadas en las Argonauticas de Porfirio o en los famosos Papiros Griegos Mágicos.

Otra teoría respecto a su triplicidad parte de la idea de ser una diosa exclusivamente de las encrucijadas (mínimo tres caminos en cruce) o su vinculación con la luna y las fases lunares, originando la trinidad de la que Baring Cashford nos habla, y de la que los romanos se hacen eco, siendo esta Ártemis-Selene-Hécate. Que en Roma la encontramos como Luna-Diana-Hécate.

Pero las teorías de la triplicidad no acaban aquí y Campbell menciona que el origen de la  triplicidad de la disa viene de su relación con los tres reinos a los que está vinculada. Así, la representante del reino celeste es Selene, Ártemis la representante del mundo telúrico-terrestre, y Hécate, la del mundo ctónico y subterráneo.

Ahora bien, su posible origen tracio o caldeo (que es el más apoyado por los historiadores) nos da muchas más pistas que curisamente resurgen en el periodo bajo imperial. Estudiando la iconografía de las monedas acuñadas en las cecas de las provincias orientales del imperio, se observa cómo en éstas, Hécate aparece representada con un polos, acompañada además con símbolos de riqueza, abundancia y fertilidad. ¿Qué sucede?

Nos encontramos ante la vinculación de la figura del emperador y sus cualidades con las de Hécate. En todos los estudios sobre Hécate no paramos de destacar su maldad, su carácter mostruoso, su relación y vinculación con el inframundo, el mundo de la magia y de los fantasmas. Pero en Roma y sobre todo en la época del bajo imperio, va a explotarse una forma de entender a Hécate muy diferente: Hécate como nutricia, benefactora de la humanidad, benevolente, protectora y justa. La figura de los emperadores se va a vincular con la de Hécate y en general, con el poder imperial. Ahora bien, la Hécate que se vincula con el poder imperial va a ser aquella que es representada como una (no en triple forma), portando generalmente antorchas o símbolos de riqueza, cornucopias etc. De hecho, los historiadores del arte confirman que el uso del polos como tocado, está directamente relacionado con esa Hécate más tracia o caldea, es decir, esa diosa vinculada a la Gran Madre que dominaba los ámbitos de la caza, de la fertilidad, la naturaleza y que se presentaba como nutricia de jóvenes (curótrofa).

Partiendo de esta teoría que conecta a Hécate con las diosas madre anatólicas, se ha intentado explicar por qué tiene una gran vinculación con la caza, las saetas, la luna, la fertilidad y la naturaleza, al igual que Ártemis. Es decir, que esto vendría a decir que Hécate tiene atribuciones similares a Ártemis (y posteriormente a Diana) no porque se haya asociado a esta en un momento tardío, sino porque Hécate, ya desde su origen, vinculada a esta idea de Diosa Madre anatólica, ya compartía los mismos atributos y características que Ártemis poseía.

Algunos aspectos de su culto: El sacrificio de perros y los hecateum.

Conocemos templos dedicados a la Diosa, conocemos algunas de las prácticas que había detrás de su culto, pero entre ellas cabría destacar algunos aspectos.

Por una parte es una diosa vinculada a unos misterios, los de Samotracia. Son muchos los autores clásicos que vinculan a la diosa con los misterios que allí se daban, sobre todo los que se celebraban en una cueva en Cerinto (Samotracia), y es aquí, aunque ya se venía destacando desde la antigüedad, desde donde se hace especial énfasis en la figura de la diosa como canicida (asesina de perros). Las fuentes no paran de mencionar que los perros (especialmente las perras y las de color negro) estaban asociados a Hécate. Pero su papel es ambivalente, por una parte se menciona que la diosa estaba acompañada de una jauría de perras negras, se afirma que recibía títulos como “la que ama a los cachorros”, o “criadora de sabuesos”, mientras que por otra parte, leyendo los testimonios sobre su culto, se menciona que los sacrificios de perras negras y cachorros, era una práctica más que común en su culto. Sobre todo este acto ritual cobraba gran importancia en el deipna Hekates, que como nos cuenta Molina Martín, era un acto que servía de chivo expiatorio y que constaba de tres fases o partes del ritual, que tenían como acto último dejar en la encrucijada los restos del perro sacrificado. Ahora bien, en relación al canicidio, el acto ritual que más nos importa ahora es el de Periskylakismos.

Este acto ritual se basaba en el sacrificio de una perra o un cachorro de perra (a ser posible negro). Los dueños del perro tendrían que tocarlo mediante la imposición de manos para así transferirle las impurezas y culpas (recordemos que se usa como chivo expiatorio), de forma que posteriormente el animal es sacrificado, purificando a sus dueños, y a su vez siendo un agente apotropaico invocando la protección del la diosa. De esta manera se iniciaban en el nuevo mes limpios y purificados.

Por otra parte, recuperando su papel en los misterios, aparecen algunos tabúes y preceptos que hay que seguir si uno cultua a la diosa, entre los que destacan el no volver la vista atrás al dejar una ofrenda en una encrucijada, sacrificar cachorros de perros negros o perros negros en general, ofrecer libaciones de miel a la diosa en agujeros cavados en la tierra, ofrendar novillos negros, no volver a los sitios donde se le dejaban ofrendas o no atreverse en mencionar sus cantos. Este último detalle parece ser muy importante ya que en las fuentes parece ser que generaba miedo y pavor entre los griegos.

También tenemos que mencionar sí o sí a los hecateum. ¿De qué se trata? Los hecateum eran pequeños santuarios que generalmente se instalaban en las puertas de las casas o templos con un fin apotropáico. Así, se esperaba que la diosa, cómo divinidad liminal, protegiese el marco de la puerta y sus lindes, es decir, no dejase entrar nada perjudicial, negativo o a enemigos, manteniendo protegidos a todos los ocupantes del espacio. Curiosamente, si nos fijamos en la iconografía de los hecateum, los atributos que más se usan en las representaciones de Hécate para estos espacios son las antorchas.

Conclusiones.

Hécate es una diosa muy compleja y ambivalente. Todos los investigadores señalan su origen fuera de Grecia, y la vinculan con las grandes madres anatólicas, teniendo originariamente dominio sobre la fertilidad, la fecundidad, las bestias, la vida, la muerte, la caza, etc.

Su relación con diosas como Ártemis y Diana parece venir de varios senderos, que aún no se han comprobado del todo. Pero parece ser que tiene más peso la teoría que relaciona a la Diosa con las grandes madres anatólicas, en vez de creer que es producto de un sincretismo posterior.

El carácter y la figura de la diosa varía mucho a lo largo de los siglos, como si de tratase de un péndulo, no paramos de movernos entre lo tenebroso y maligno y lo nutricio y benefactor. Incluso ya hemos comentado como en época bajo imperial, la figura de la diosa se vincula con el poder imperial y la figura del emperador. En este sentido, su relación con la magia, lo fantasmagórico y lo infernal de desplaza para dar lugar a una diosa benefactora, nutricia y benefactora y protectora de la humanidad.

Por último, en cuanto a su triplicidad, entre todas las teorías las que más está aceptada y consensuada es la de Philippson, que vincula a la diosa con otras tres diosas, sobre todo haciendo énfasis en su aspecto de enodia, que es quién principalmente le otorgaría este carácter triple, aunque no podemos dejar de tener en cuenta la teoría que explica su triplicidad por tener poder sobre los tres reinos o su vinculación con las diferentes fases lunares.

Jorge Velasco Gonzalvo.

Bibliografía.   

  • Agudo Villanueva, M. “Hécate: entre la vida y la muerte. Hacia una lectura global de la evolución de sus atributos” Universidad Complutense de Madrid, 2016.
  • Baring, A y Cashford, J. “El mito de la Diosa”. Siruela 2014.
  • Belmonte, J.A “Las leyes del cielo”. Temas de hoy, 1999.
  • Burket, W. “Religión griega arcaica y clásica”. Abada Ediciones, 2007.
  • Campbell, J. “Diosas”. Atalanta, 2013.
  • Gimbutas, M. “Diosas y dioses de la Vieja Europa (7000-3500 a.c). Siruela, 2004.
  • Graves. R. “La Diosa Blanca” Alianza Literaria, 2014.
  • Molina Martín, C “Hécate: paradigma de la relación entre la mujer, la luna y la magia”. Universidad Complutense de Madrid.

Fuentes primarias.

  • Oráculos Caldeos.
  • Papiros Griegos Mágicos.
  • Apolonio de Rodas, Argonáuticas.
  • Diodoro de Sículo, Biblioteca Histórica.
  • Hesíodo, Teogonía.
  • Licofrón, Alejandra.
  • Nono de Panópolis, Dionisíacas.
  • Pausanias, Descripción de Grecia.
  • Porfirio, Argonáuticas.
  • Teócrito, Idilios

Nota.

Este estudio sobre todo se ha basado en el artículo de Mario Agudo Villanueva y en trabajos universitarios que ya había realizado yo por mi cuenta.

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